Los apagones se han convertido en parte del día a día para miles en Yucatán. En municipios como Mérida y Kanasín, los cortes de electricidad no solo afectan el confort en los hogares, también complican la operación de comercios, industrias y establecimientos turísticos. Bajo un calor que fácilmente supera los 40 grados centígrados, quedarse sin luz representa más que una simple molestia.
Sin electricidad no hay descanso, ni seguridad
Cuando se interrumpe el suministro, los ventiladores y aires acondicionados dejan de funcionar, lo que eleva el riesgo de golpes de calor, especialmente entre personas mayores y niños. También se echan a perder alimentos en refrigeradores, se interrumpe la circulación vehicular por semáforos apagados y se pierde la tranquilidad ante la falta de respuesta inmediata por parte de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Vecinos optan por salir a las calles para exigir soluciones. Las protestas se intensifican en barrios donde los apagones se repiten una y otra vez sin explicación clara.

Comercios al borde: más costos, menos ganancias
Según la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) en Mérida, al menos el 70% de los más de 5,000 negocios afiliados ha sufrido afectaciones. Las pérdidas económicas van desde productos que se descomponen hasta gastos adicionales en plantas de luz. Para muchos comerciantes, los cortes eléctricos reducen la productividad y los obligan a operar en condiciones que elevan sus costos y reducen sus márgenes de ganancia.
El turismo, también en jaque
Hoteles, restaurantes y servicios turísticos han tenido que cerrar temporalmente o improvisar soluciones ante las fallas eléctricas. Sobre todo en zonas hoteleras y costeras, donde la electricidad es fundamental para ofrecer una buena experiencia al visitante.

Apagones en Yucatán: La infraestructura no aguanta más
Las causas de los apagones, según la propia CFE, están relacionadas con una red eléctrica sobrecargada. El incremento en el uso de sistemas de enfriamiento por las altas temperaturas, la falta de inversión en modernización y mantenimiento, y las conexiones ilegales desbordan la capacidad de la infraestructura actual.
Además, la Península de Yucatán depende de una sola línea de alta tensión, lo que vuelve más vulnerables a fallas masivas y deja sin alternativas cuando hay picos de consumo.
Mientras el consumo crece y el calor no cede, la urgencia por renovar la red eléctrica en Yucatán se vuelve cada vez más evidente.
Los apagones no solo apagan las luces: también frenan la economía, dañan la salud y generan un malestar social que sigue en aumento.